La UBA y el CONICET lograron los derechos intelectuales de una tecnología genética que incrementa la fotosíntesis de las plantas. Podrán obtener regalías por su uso comercial y administrar cómo se va a aplicar.
Carlos Crocco, docente de Fisiología Vegetal en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) contó detalles sobre el surgimiento de esta investigación que surgió desde un grupo que trabajaron en ciencia básica tratando para entender cuáles son los genes de las plantas que regulan los mecanismos asociados a la luz.
Dentro de todo lo que pudieron descubrir, encontraron que un gen tenía cierto potencial para poder ser transferido a diferentes especies de plantas. Trabajamos con una especie modelo en el laboratorio que es representativa de especies de interés agronómico. Es una pequeña planta que se llama Arabidopsis thaliana que sirve nada más que para el laboratorio. Dentro de todo este esquema de trabajo encontramos que ese gen podría tener un potencial para otras especies, comenzamos a probarlo y vimos que dábamos en la tecla.
Lo que hace el gen que es propio de la planta es que si uno lo logra potenciar un poquito aumentamos la tasa fotosintética diaria. De esta manera lo que uno tiene es una planta que puede potenciar su rendimiento y no sólo eso, sino que bajo ciertas condiciones de estrés le va un poco mejor que a la planta tradicional. Entonces acá se nos abre todo un abanico de posibilidades en dónde podríamos llegar a aplicar esta tecnología, y a partir de eso decidimos comenzar el proceso de proteger esta investigación porque tenía una clara transferencia hacia los mercados” comentó Crocco.
PATENTAMIENTO PARA PROTEGER LA TECNOLOGÍA
Otro de los pasos importantes que están atravesando es el patentamiento de este tipo de tecnología. Patentamiento que no solamente lo aplicaran en Argentina, sino que también en Estados Unidos. “Todavía está en proceso para que sea aprobada la patente en Argentina va un poquito más lento todo el tema de patentes, y recientemente fue aprobado en Estados Unidos, una solicitud que iniciamos en el 2019 recién hace unas dos semanas fue finalmente aprobado en ese país” indicó el docente. Expresó que este ha sido un trabajo de poco más de 10 años, y agregó: “quizás a veces no es del núcleo científico pensar a los descubrimientos como algo que se pueda patentar, pero cuando existe el caso particular como este creo que hay que hacer un poco el esfuerzo entre todos y tratar de proteger nuestros descubrimientos”.
Ante la consulta de si hay algún motivo en particular de que el patentamiento en Argentina sea más lento que en Estados Unidos respondió: “Estados Unidos es el país estrella en donde se patenta casi cualquier cosa, obviamente siempre que cumpla con los criterios de patentabilidad, pero tienen muy aceitado el sistema, entonces hay cosas que uno podría patentarla en un lapso de tres o cuatro meses. El proceso de Argentina no es que va lento, sino que en Estados Unidos ya tienen un negocio armado, entonces va muy rápido”.
Después de este patentamiento llegan más decisiones por tomar, como, por ejemplo, sobre algunos detalles de la utilización de esta tecnología pero además, si se pueden llegar a capturar ingresos para financiar nuevas investigaciones, y de esta manera es un proceso que se vuelve positivo también para quienes participan desde el sector público. “Normalmente siempre hay muy buenas ideas que salen desde el sector de investigación, pero la mayoría no son protegidas y las empresas las usan sin tener que pagar ninguna regalía por ese uso, a pesar de que se hicieron inversiones millonarias para descubrirla. De esta forma uno logra que parte de la rentabilidad que le pueda dar alguna empresa a esta tecnología pueda volver a la facultad y al Conicet porque para eso existe un esquema en donde gran parte de ese dinero va a parar al desarrollo de los grupos de trabajo que intervinieron en esta tecnología” explicó Carlos Crocco.
POTENCIAL PRODUCTIVO
En cuanto a qué especies ya probaron que tienen esta capacidad de respuesta a partir de este proceso de fotosíntesis para aumentar sus rendimientos dijo que de la que puede hablar por el momento es la planta de papa, y que hay algunos proyectos más (soja, maíz, alfalfa), pero como están a veces asociados a ciertas empresas, hay que tratarlo aún con mucha delicadeza. “Nosotros desde el año 2010 hicimos una transformación de papa con esta construcción genética. Este gen se encuentra en todas las plantas y la función biológica está conservada, lo que hacemos es modificar levemente este gen para que se prenda un poco más de lo normal.
Algo interesante de estas construcciones genéticas es que no le estamos metiendo a la planta nada que ya no tenga, simplemente por ingeniería genética logramos prender un poquito más ese gen.
Lo que logramos de esa manera es tener una mayor tasa fotosintética sin que esto altere ningún otro proceso fisiológico ni altere el desarrollo de la planta. Es algo que se busca en estos procesos tecnológicos y eso es muy difícil de lograr. Casi siempre uno toca algo y termina descompaginando algún otro proceso” aclaró el docente sobre el trabajo más refinado en las especies que analizaron.
MAS INVESTIGACIONES
Para finalizar Crocco se refirió a qué cosas podemos esperar en el futuro de los grupos de investigación en los que está participando: “Estamos tratando de caracterizar cosas que son muy similares a este gen. Lo que tratamos de ver y hacer es potenciar respuestas asociadas a la luz en las plantas, pero que normalmente trabajan de una manera muy sutil, que uno pueda modificar alguna respuesta sin que se altere ningún otro proceso fisiológico. Por ejemplo, uno de los tantos que estamos analizando es un gen que es regulado por luz, pero que al ser regulado por luz indirectamente lo que cambia son los compuestos de defensa de las plantas frente a los patógenos o frente a los herbívoros atacantes. Entonces, de esta manera nuevamente encontramos un gen que puede ser utilizado como una herramienta biotecnológica para poder lograr plantas que se la banquen mejor frente a cualquier insecto o frente a estos patógenos sin tener quizás que usar alguna otra de estas tecnologías que socialmente son menos amigables”, finalizó el especialista.