Tras varias campañas agrícolas signadas por la sequía, el panorama actual previo a la implantación de soja se presenta como un escenario casi ideal. Este cambio de condiciones genera una sensación inusual entre los profesionales, obligando a repensar las estrategias productivas. Juan Martín Enrico de INTA Oliveros, señaló que es la campaña para buscar la revancha, impulsando un cambio de mentalidad desde una agricultura históricamente defensiva hacia una estrategia ofensiva para alcanzar altos rendimientos.
El retorno de la soja de primavera: la condición irreversible de la napa
Para reducir las brechas y generar un nuevo potencial de rendimiento, el experto propone volver a considerar planteos que parecían relegados a la prehistoria: las sojas de primavera. Esta siembra temprana se define como aquella realizada muy anterior al 20 de octubre.
Sin embargo, esta estrategia de alta potencialidad sólo es viable bajo una condición fundamental: la presencia de una napa freática. Enrico explica que la soja de primavera está pensada únicamente para aquellos ambientes donde se ha detectado que la napa se encuentra en la zona de metro y medio a dos metros, lo que asegura la provisión de agua.
La lógica de esta siembra temprana se basa en la gestión del agua y el calor. La ventaja de adelantar la siembra es ubicar el período crítico del cultivo, que coincide con la mayor radiación solar, hacia fines de diciembre y enero, asegurando el agua mediante la napa y así evitando los efectos negativos de las altas temperaturas.
Cautela necesaria y el riesgo del daño colateral
El especialista del INTA advierte que la razón histórica por la cual las siembras de primavera se borraron del mapa fue el riesgo de déficit hídrico durante la etapa de llenado de grano (mediados de febrero). Si la lluvia no acompaña, y las temperaturas y los déficits de presión de vapor siguen siendo elevados, se puede generar el daño colateral conocido como grano verde o tallo verde.
Por esta razón, en lotes con buenos perfiles pero donde no se haya detectado la napa, el experto recomienda ser un poco más cauto. En estos casos, se sugiere no realizar una soja de primavera y optar por una fecha más normal, después del 25 de octubre, o fechas óptimas centradas en noviembre, conocidas como las fechas de manual.
Para aquellos lotes que sí cuentan con la napa, se recuerdan los mejores comportamientos históricos de las variedades: los grupos de madurez cuatro largo o muy largo, que tienen la capacidad de fijar más vainas, un factor clave para la construcción del rendimiento.

La estrategia de escape y el factor fertilidad
La definición de la variedad y su grupo de madurez (GM) es crucial. Al elegir la variedad, se selecciona el GM, lo cual se afina posteriormente con la fecha de siembra. El objetivo principal de este manejo es escapar al típico estrés de enero, ya que, según Juan Martín Enrico, a enero le podemos escapar, a febrero no. Una buena estrategia permite que la finalización del periodo crítico y el llenado de grano ocurran desde mitad de febrero en adelante, momento en el que no deberían existir mayores problemas.
No obstante, se subraya que toda estrategia de manejo—ya sea elección de grupo de madurez o fecha de siembra—depende de un factor ineludible: la fertilidad. Si las problemáticas relacionadas con la fertilidad química, física y, en particular, la menos conocida, la biológica, no se solucionan, cualquier estrategia planteada fracasará. Es imperativo que estos temas se pongan arriba de la mesa antes de buscar la potencialidad.